
Otro campo de desarrollo que ha acompañado al ser humano desde la antigüedad hasta el laboratorio actual es el del vidrio y la cerámica. La palabra cerámica deriva del griego keramiké, "sustancia quemada". En su sentido estricto, se refiere a la arcilla en todas sus formas pero en la actualidad se aplica para referirse a todos los materiales inorgánicos no metálicos que se forman por acción del calor.
Los primeros materiales cerámicos datan de la prehistoria cuando el ser humano descubrió que los recipientes hechos de arcilla cambiaban sus características mecánicas e incrementaban su resistencia al agua al calentarlos en el fuego. Fue en China donde se perfeccionaron enormemente las tecnologías de fabricación de las cerámicas hasta dar con la porcelana en el siglo VII.
Inicialmente, la cerámica se utilizó como recipiente para alimentos y creación de figuras de ornamentación pero, más adelante, se convirtió en el principal material para la construcción… A partir del siglo XX, el desarrollo de nuevos materiales cerámicos ha dado lugar a nuevas aplicaciones como sensores de gases o detectores de movimiento, etc.
Algunos materiales cerámicos pueden soportar temperaturas altísimas sin perder su solidez y además tienen baja conductividad térmica. Se emplean por tanto como aislantes. Por ejemplo, partes de los cohetes espaciales se recubren con azulejos cerámicos que protegen a la nave de las altas temperaturas causadas durante la entrada en la atmósfera.
También existen las cerámicas compuestas o composites, entre las que se encuentra la conocida fibra de vidrio. La fibra de vidrio es un material fibroso formado por vidrio y polímeros. Una de las aplicaciones de la fibra de vidrio es para realizar los cables de fibra óptica utilizados en el mundo de las telecomunicaciones para transmitir señales lumínicas.